El pastel de manzana había quedado en el pasado, al igual que los sucesos de toda la semana que terminaba. Esperé para estar sola luego de un encuentro tan casual como el de hoy, para dejar que mi mente se relajara por última vez, y empezar de nuevo con las muchas actividades del siguiente día. Posiblemente, serían mucho más gratificantes que nunca, gracias a poder ver la vida fuera de mi casa, de mi constante uso de mi computadora, y esas interminables horas pensando en cosas que a la mayoría de gente suele parecerle una pérdida de tiempo.
Esas dos grandes personas me recordaron, en una tarde de lluvia, que la vida sigue corriendo a pesar de todo.
Freakysita, viviendo.
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