
La historia sigue sin retorno. Las cosas regadas en el escritorio, junto con un oso de fieltro, y el olor a cartón en el ambiente... Una libreta kawaii sin usar, y el teléfono celular sin articular sonido alguno. El presente, que cosa tan palpable y a la vez insana, que deja vestigios de vidrio en mis manos, cansancio al final del día, olor a sangre de vez en cuando y un terrible dolor de cabeza. Esa cosa que se escurre por entre mis ojos como un sticker sin gracia y recalentado por un sol de verano justo después de que la lluvia haya empapado las calles con su olor y poder de espantar a cada pequeño ser.
El oso de fieltro vuelve a mirarme, y me empuja a poner más música de mi repertorio casi que interminable. Sus ojos negros se clavan como un par de cuchillos que no me dejan pensar claramente, y me incitan a dejarle allí, sin hacer otra cosa que mirarle... Grave todo el asunto, grave la calle, la lluvia, el cansancio y el dolor de cabeza. Habría que disminuir el café, la carne y el deseo de cambiar todo.... porque si me quedo quieta no pasa nada, si me muevo en falso (que es lo más probable), pueda que muera pronto... pero si estoy en mi sitio justo delante de mi amigo inanimado, la muerte también cobrará un día de estos. ¿Quién comprende qué hacer entonces? ¿ La lluvia, el sol, el olor a cartón, el celular sin sonar o tal vez mis canciones melancólicas con un poco de atún en vez de res? Grave, simplemente el presente es algo grave.
Ahora el olor a cigarrillo. No fumo, mi vecino el de la ventana si... El olor se filtra, se queda y me impregna. A oso no le importa, sigue como si nada, no parpadea, no dice nada, ni respira. Tal vez sea el único amigo a estas alturas del partido. Tal vez se quede a acompañarme el resto de la noche y no se quede de mi robo de cobijas, o del sonido que hago cuando me despierto luego de una pesadilla. Él es fiel, o simplemente me entiende demasiado, y por eso se queda callado. Grave, vuelve a ser, cuando quiero un consejo y él no dice nada... lo abrazo...Él también huele a cigarrillos, a café a calle y a lluvia. Gracias Oso, por quedarte un día conmigo y no irte de mi lado, con mis locuras, mis excesos y mis bobadas del presente y del futuro que no quiero ver, y que no estoy dispuesta a compartir con alguien más aparte de ti. Te amo, Oso.
2:00 a.m. La lluvia salpica la ventana, de nuevo... grave el presente, grave la lluvia, grave este vestigio de inocencia que no se va, que me arropa como a una niña pequeña y deja que Oso duerma y ronque. Oso, ¡despierta! por favor, no ronques, déjame dormir, prometo que no vuelvo a jalarte la sábana, porque sé bien que tienes frío. Por favor, no te molestes conmigo así como yo no lo hago contigo... Oso, te amo... más que al futuro nebuloso, que al sonido de esas canciones melancólicas o que al amigo de mi amigo que me observa cuando me descuido. Grave cuando no te quiero, pero eso no es grave ahora, en el presente porque te quiero mucho.
3:00 a.m. Te abrazo de nuevo, Oso. Ahora saco los audífonos de mis oídos y te los pongo, sé que no te viene el insomnio a menos que te despierte. Lo siento, Oso, lo siento presente, no puedo dormir, no quiero que el futuro me invada de manera desprevenida. Ahora mi amigo de fieltro escucha a Yes por segunda vez, y tercera. Grave, el ipod queda sin batería cuando el reloj marca las 3:16 a.m. Debo dormir, debo dejar al café... pero no puedo. No puedo dejar a Oso despierto.
6:00 a.m. Oso vuelve a roncar. Esta vez le dejo que lo haga, que ronque como todo un oso de fieltro. Lo amo, amo a mi amigo mudo y pequeño. es lo único que me queda cuando llega el futuro. Mi pequeño oso de fieltro con audífonos puestos. El cacho del presente ya es el futuro. Grave, grave para él, para la lluvia, para el café que tengo que hacer y sobre todo, para volver a soñar. Oso se ríe, vuelve a abrir sus ojos y veo que en él si puedo confiar, con él puedo conversar, no me juzga, y me deja jugar a ser una dama parisina tomando el té en loza de plástico.
Freakysita, amando a Oso.
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