Ilustrando algunas cosas. Poniendo en orden otras... Los días se han pasado de manera casi que repentina, el trabajo sigue aguardándome en algún lugar del planeta, y mientras tanto, cocino ideas en mi cerebro y las represento en pequeños detalles de hadas o unicornios (luego lo verán)...
Justamente estuve recordando el por qué había dejado de ilustrar. Entre el tiempo, las malas rachas de la universidad y el haber tenido que deshacerme de mi mesa de dibujo por razones de espacio en mi casa, hacen que vuelva a meterme en el cuerpo y en la mente de una chiquilla de cuarto semestre de universidad.
El olor a ecolines, el magnífico sábado soleado y la clase que hacía perderme el poder estar afuera disfrutando de una caminata lenta. La profesora que alguna vez llegué a detestar por decirme frente a mi clase en grito herido un ¡NO, NO!
Te extraño, profe. Extraño chupar pinceles y luego tener acidez por el ecolín. Luego sonreír y tener la lengua azul... o morada en su defecto. Extraño el poder pasar horas haciendo bocetos para luego ver mi manos llenas de grafito. El zumbido de las luces de mi mesa mientras pasaba a limpio los personajes de un cuento, o tal vez a una fiera corrupia (...es pequeña y peluda...)
Lo cierto es que hoy vuelvo a estar cubierta de grafito. Vuelvo a repasar viejas lecciones de teoría del color y visualizo un par de texturas para agregarles "un valor adicional" a esto que se está cocinando desde el estudio de mi casa.
La tarde sonríe desde la ventana dejando que la niña insegura se ría y se pierda entre texturas, colores y olor a lápiz recién tajado.
Freakysita, añorando a una profe.
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