Ha sido una de esas semanas algo complicadas de llevar por la cantidad de cambios que ocurren con todo lo que me rodea... He de decir que me empezaba a preocupar el quedarme en casa sin hacer casi nada y no conocer nuevas formas de ver la vida.
Se podría decir que estuve en una especie de limbo temporal, donde ni la burbuja de cristal más gruesa habría podido ocultar la tristeza de mis ojos, de mis letras y por supuesto, de mis pensamientos... Luego, como por arte de magia, vi la luz al final de una escalera en una de las calles más empinadas de Bogotá (lo sé, suena extraño, e ilógico, pero así fue como ocurrió)

Frío distante, enfermedades, trabajo por montones, gente que seguramente no olvidaré nunca tanto en mi carrera profesional como personal, una agenda con anotaciones incoherentes en la parte de atrás, el sonido de mis muñecas crujiendo a la madrugada luego de tanto trabajo, la primera participación en una feria artesanal (con MaNi accesorios, por supuesto), entre almuerzos compartidos y llamadas de negocios... ufffffffff
¿Y por qué con todo esto se me olvidó la pena tan grande que pesaba como un yunque en mi alma? No lo sé. Es el momento en que no lo sé, pero poco a poco se desvanece, o tal vez me hago mucho más fuerte para sobrellevar el hecho de haber perdido tanto por tan poco (lo sé, vuelvo a decir cosas que parecen no tener sentido, pero todo este tiempo me he dado golpes de pecho por querer algo que nunca podré tener)
Además del infaltable "cartas a un joven poeta" de Reiner María Rilke, yace a mi lado "auguries of innocence" de Patti Smith... no les quito la vista cuando puedo (y cuando mis fuerzas no se acaban por supuesto), y memorizo tantas palabras que me vuelven a mantener a raya y sin que cometa una idiotez como marcar un número telefónico que ni ya debería tener guardado en mi celular...
Finalmente, llega una frase en un mail de una persona muy importante en mi vida: "Cuando Dios te lleva al borde del acantilado, confía en él plenamente y déjate llevar. Sólo una de dos cosas van a suceder, o él te sostiene cuando tu te caes, o te va a enseñar a volar"
ES CIERTO
Lo pude comprobar esta semana... Mi descanso sirvió para tener casi la mitad de mi libro nuevo. También para hundirme en mis propios pensamientos y apreciar mi soledad y a mi ser como nunca antes (gracias a Rilke, por supuesto :) ) y a tejer mis sueños con más colores y más canciones (gracias, Patti!!) También, a no desfallecer porque el estar solo no significa estar perdido, como tantas veces me lo repitió mi amiga Alexa (te quiero!)
Tal vez el efecto de las medicinas ayudó a que mi cerebro entrara en una especie de trance en el cual pude perderme en todo lo que siento, pienso y quiero. Y definitivamente, hay momentos para estar solos, y otros para compartir. Mi momento de querer encerrarme y llorar por este tiempo creo que ha terminado de forma satisfactoria. Paso a compartir, así sea escribiendo, o publicando algo por aquí (el clima no ayuda a salir mucho ahora, y el trabajo, tampoco XD) Aún hay cosas que ver, aprender, y por supuesto, CONTAR.
Agradezco infinitamente a todas las personas que me dejaron sola estos tres meses, porque pude pensar claramente.
Agradezco también a todos aquellos que aportaron mis momentos de locura, para nurirla y hacerme mejor persona.
Agradezco a los lectores de este espacio, porque sé que aunque sean muy pocos, sin ustedes no tendría motivación para escribir en un blog :)
Freakysita, volviendo a la vida.
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