Cuando el reloj de mi cuarto marcó las doce de la noche, estuve cansada y pensativa. No sabía si llamarte para desearte un feliz cumpleaños, o esperar a que fuera más tarde porque estarías durmiendo a esa hora (o tal vez alguien más te habría llamado justo a esa hora también).
Pasé una noche algo intranquila, pero ya no podía hacer nada más al respecto; y cuando ya el sol había salido y la gente se encontraba en sus lugares de trabajo habitual, no supe qué hacer.
Así he estado todo el día. Sin saber qué hacer, si llamar o no llamar... si de verdad extrañarías mi llamada en tu cumpleaños, o simplemente ni te acordarías de cuánto reímos en tus 22 de diciembre pasados. Tal vez te alegres de que nunca vuelva a llamar, o si lo hago, le cuentes a tu novia y amigos que soy una ridícula por creer que aún me extrañas o algo por el estilo... No llamé, y con esto, me quedó un "¡Feliz cumpleaños!" atascado en el fondo de mi garganta; pero sé que no lo querrás de parte mía; sólo de aquellos que ahora te hacen reír.
Conclusión: Te deseo un feliz cumpleaños. Desde el fondo de mi corazón... y espero que estés bien y pases un día alegre. Si pudiese, te lo gritaba y luego te abrazaba como siempre lo hacía, pero ya es muy tarde para cambiar el curso de la vida.
Freakysita, sin atreverse a llamar.
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