Vuelvo a escribir. Vuelvo a dibujar más que antes, a mostrar mis puntos de vista extraviados con el pasar del tiempo... a mirar el amanecer al haber vencido al sueño y al recuperar las ganas de levantarme a diario... aunque no sea tan fácil como tantas cosas a las que me tengo que enfrentar a diario.
Me asusta ver a los ojos al miedo... de volver a enfermar, de volver a caer, de volver a tener miedo. Me da pena mostrar mis brazos, o mis manos pecosas por el pasar del tiempo... Me da temor romperme una muñeca con mi guitarra, al sacar ese solo que me trae loca hace semanas, y hasta me da desconfianza el tener amigos. ¿Qué ocurre? Por primera vez en mi vida esa voz no marca mis pasos, mis andanzas, ni mis pocas salidas a caminar y perderme por ahí en el panorama sombrío de la ciudad... así lleve ropa de colores, rímel y delineador y una sonrisa algo hipócrita.
Ahora se acercan más retos. Se alejan personas que pensé que iban a estar para siempre a mi lado... y otros dicen cosas confusas a mi oído. Vuelve la migraña, me engaño a mí misma tomando algo azucarado para que pase, y vuelvo a pensar en Oso. Odio este mundo más de una vez por semana, y sin embargo, no puedo cambiarlo.
El vivir y madurar deja ciertas cicatrices no sólo en mi corazón. Alteran mi aura, dejo de ser una niña al ver que la gente que me rodea sale con cosas más inmaduras de lo que yo digo o hago. Pueda que sea un paso que he estado dando, para poder completar mis sueños de poder conseguir una casa, un auto, o una familia. Asusta, y vuelvo a tener miedo. No comprendo en su mayoría, las cosas que dicen mis amigos al ser menores que yo (y no me refiero a la edad) Y al volver a dibujar me siento como esa chiquilla que se encerraba en una habitación a pintar todo el día, imaginando historias de chicas que vuelan encima de edificios, o que tenían una varita mágica para hacer del mundo un lugar feliz. Creo que ese es mi balance, mi poder para no crecer y morir, sino para seguir en la lucha de cosas que sé que tienen que estar más próximas de lo que siempre estuvieron.
Y ese recuerdo a una tarde de locura, con una persona de ensueño carcome mis sueños infantiles, mezcla ambos lados (el rojo y el azul) para dejar a un lado tanta fantasía, aplazándola por pasiones impronunciables y silencios casi que perfectos... Despierto y veo a esa persona a mi lado, y sé que no le volveré a ver así por más momentos en mi vida. Se aleja y vuelvo a teñir mi vida de verdes, púrpuras y un toque pequeño de plata... ¿Enloquezco? Tal vez... o solo esté creciendo más de lo que se esperaba en unos cuantos meses.
Mis huesos son débiles de nuevo, me sonrojo de vez en cuando y esa persona aparece para jugar con mi equilibrio de nuevo, solo que esta vez es en un sueño que me deja perpleja cuando despierto. G, ¿qué es lo que has hecho conmigo? Necesito madurar a tu lado, no cuando estuviera perdiendo la cabeza sola y triste...
Vuelvo a contar proporciones en mi bitácora de dibujo mientras su recuerdo evanesce, me siento mayor, con más propiedad, aunque sola... aguardando a G de nuevo...
Freakysita, mujer.
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