martes, 21 de agosto de 2012

(Un cuento corto)

Otro día enfrentado a más trabajo... Ejercitando a la misma locura, al mismo infinito de su silencio en esta fría tarde tan despejada y solitaria.

Solía tomar café justo cuando el amanecer retornaba, aún si llovía o las nubes no dejaban pasar los rayos del sol con tanta majestuosidad.

Rutina. El reloj marcaba las horas como si nunca se acabara la semana. Esos siete días se habían convertido en uno solo, dejando en su rostro un par de ojeras enmarcadas, desorden en su estudio y una cantidad impresionante de sobres de azúcar esparcida por todo el lugar.

Sonó el timbre. Al parecer alguien del mundo exterior se daba cuenta que él no era el mismo de antes y vendría a buscarlo, o desgraciadamente, sólo era un cartero llevando la correspondencia. Sabía muy bien que tendría que salir, comer, dormir y comportarse como un ser humano normal; pero cada día que pasaba volví a sumergirse en su trabajo desde casa. Estaba casi que perdido, pero ganaba dinero para poder subsistir en este mundo rodeado de maldad y estratos sociales.

¿Era vida pasar en frente de un ordenador los siete días de la semana sin descanso? ¿De verdad se estaban logrando sus sueños al él obtener dinero? No era posible, no era perfectamente lo que soñó cuando salió de la universidad y lo contrataron. Estaba acumulando dinero pero no tenía tiempo para disfrutarlo. Había empeñado todas sus horas de vida en trabajar, que ya no tenía amigos o familia... ¿Con quién disfrutaría entonces, ese salario? No era demasiado, pero era lo suficiente para poder gozar de la vida.

Adicciones... incurables, luego de tanto tiempo. Mucho dinero, poco tiempo y sin una pizca de vida social. Se suicidó luego de recibir su duodécima paga, sin que nadie lo encontrara luego de un par de semanas....



Freakysita, ideando.

No hay comentarios:

generated by sloganizer.net