Así. En una caja me sentía. Por donde quiera que mirara, tenía que ser hermética. Cerrada. Casi que incoherente con lo que decía la gente.
Sin poder hablar, pensar por mí misma e incluso reír cuando ellos lo ordenaban. Estaba harta. Quería perderme en el fondo de esa cajita azul y no volver a ver al mundo. Pero tenía que volverme a levantar a diario, pretender que todo estaba bien y decir que no había problema alguno... Siempre encerrada hasta de mis propios sentimientos.
Pero llegaste. Cambiaste mi mundo tan cerrado. Tan pobre de buenas intenciones. Lo coloreaste sin siquiera saber que unos meses después te convertirías en mi novio. Que saldríamos, cenaríamos, nos reiríamos de nuestras propias vidas... Y por primera vez en mucho tiempo, dejé de ocultarme en una caja. Tal vez te pasó lo mismo.
Vimos sin fin de atardeceres juntos. Recorrimos más de media ciudad buscando planes para no alejarnos de nuevo, sin embargo dejamos de lado los miedos, la ironía que tanto me costaba abandonarla y nos enfocamos a amarnos y planear juntos pese a las adversidades.
Somos una pareja. Diferente en más de un sentido. Odias el quedarte quieto. Odio el no poder tener un rato quieta. Vivimos lejos, tenemos cada uno sus manías; gustos musicales distintos, y sin embargo, te amo como a nadie más en el mundo. Creo que hasta vivimos en una caja nueva más grande, donde podemos compartir y aguantarnos nuestras "chocheras".
Y si, te amo. Con o sin tu trompeta. Con o sin tu familia. Te amo. Te amo y punto. ¿Será suficiente para que el mundo esté a nuestro favor? ¿Será fuerte el cartón de nuestra caja para que dejemos de cuestionarnos si servimos como pareja y tal vez casarnos? Trato de decorar esta caja de color púrpura y verde con un emblema. Tal vez con un escudo de armas que nos diferencia de más de una pareja. Busco cada día darte algo especial y recibo flores por montones a cambio. La caja azul estaba desecha, y la boté a la basura apenas te dije el primer "Te amo". Debo admitirlo, me dio miedo. Pero luego de tantos meses juntos y vivencias contigo me doy cuenta que no la necesito, y que si tuviera que volver a vivir en ella, me sentiría desecha, rota e incompleta.
He pasado mi vida en cajas. De cartón, de hielo... de fuego. Y ninguna es tan reconfortante como esta. Verde como tus ojos. Púrpura gracias a nuestras ilusiones. No me importaría tener que cubrirla de acero inoxidable para que las lágrimas desaparezcan y más fortaleza nos rodee. ¿Me sigues en esta aventura?
Freakysita, en una caja verde y púrpura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario