jueves, 14 de marzo de 2013

Rutinas

Pues bien. La ausencia, la cantidad de tareas en casa... la incontable manipulación de mi impresora de hace años (que cada vez suena más duro), el olor a tinta, café, gato e incluso de dulces hace que me sea imposible concentrarme en mi libro.

Justo en este momento mi gata se sienta al lado mío y pone su cola alrededor de mi brazo, tratando de impedir que escriba. Estoy cansada de descansar y al mismo tiempo desperdiciar el tiempo en cosas casi sin importancia en el 90% del día. Sin embargo, no puedo hacer mucho al respecto. No por lo menos ahora.

Sin embargo no pierdo la esperanza. Y ese 10% de las cosas buenas me mantiene a flote, queriendo construir un futuro que se acerca cada vez más, dejando algunos pendientes listos para cuando me llamen nuevamente al trabajo, o simplemente para poder tocar guitarra el día menos pensado.

Aún quiero escribir algunas cosas del libro. Gastar la tinta de otros bolígrafos de colores... Tal vez dibujar un poco más. Pero el sueño se apodera cada mañana, la ropa sucia se acumula en la cesta, la hora de cocinar llega de forma afanosa... y vuelve a llegar la tarde para más favores, textos por editar de otras cosas, salidas para pagar recibos, escribir cuentas, o simplemente escuchar a mi madre por el teléfono desde la otra habitación. Estoy exhausta...

Por el momento, leeré por milésima vez el contenido del libro. Redactaré por una vez más más de un detalle, personaje, escenario... tal vez para aclarar las ideas al respecto.

Sólo quisiera que el tiempo no avanzara en mi contra.



Freakysita, exhausta.

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