miércoles, 14 de agosto de 2013

capitoli, abiti e realtà

El cielo púrpura en Bogotá. Quién lo pensaría... parecía más un sueño luego de tantos pendientes en la oficina, de tazas de café amargo y trasteos casi que innecesarios. Sin embargo, para más ironía en la escena, volvía a usar mi vestido y zapatos de tacón. Sonreí y no saqué la cámara por las pequeñas gotas de lluvia que empezaban a caer.

Si. Bogotá y sus contrastes. Subí el puente peatonal entre la multitud, y abordé el primer bus que pasó. El cielo dejó de ser púrpura, sin embargó volví a sonreír. Me di cuenta de dos realidades casi que paralelas donde interfería mi propio vestido, la lluvia y el cielo soñado.

En efecto el amor era una cosa compleja, desde pequeña me han metido cuentos de hadas, princesas rosadas y príncipes azules que hacen que todo tenga un final feliz. En mi realidad número 1 simplemente tuvo un final. Y volví a vivir... a ser yo misma sin miedo a vestir como quisiera, con más esperanzas que desilusiones. Al fin y al cabo no estamos en un cuento. Esta es la vida, una HISTORIA en la que sigo siendo protagonista.

En la realidad número 2 aparece entonces el comienzo de un capítulo un poco más elaborado. Más Freakysita, más colores... más vida. Con decir que hasta mis enfermedades mermaron, volví a salir en la noche y me he sentido fenomenal. Y se abren puertas, posibles desenlaces. Gente que vuelve a ti sin pensarlo, cafés, películas extranjeras (de esas que me encantan) y alguien demasiado especial.

La gente se renueva, pienso.

Proyectos nuevos. La vida sigue. Los ahorros crecen... y me hacen sentir que no soy una tonta princesa. Soy una valquiria, una guerrera. Con fuego en el alma y hielo en las venas. Y sin buscarlo, esa alma gemela de la que tanto hablan se acerca. Cada vez más. Y los mundos chocan. Todo lo que nos dijeron alguna vez en películas románticas, en revistas y cuentos de niños simplemente se pierde. Queda la realidad. La gente de carne y hueso, con problemas, sueños y por qué no, amores platónicos.

Y ahí está. El hombre perfecto. Perfecto para mí. Soy su mujer perfecta aunque haya dudas. O por lo menos somos perfectos el uno al otro por esta fracción de historia. Por un capítulo donde pueda que siga otro, o simplemente se transforme con el tiempo.

Queda ese presente mágico donde soy su "amore eterno". Donde los domingos con su familia me transforman y me dejan feliz. Donde no es un príncipe y gracias al cielo, no tengo corona: tengo salud y agallas para tomar decisiones radicales. Son tardes de flojera y buena comida italiana... sin contar la cantidad de cosas que quedan por escribir en este libro pesado y púrpura con una S gigante en la portada.


Freakysita, dà movimento alla presente con amore.

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