Sus ojos. Tantos años sin cruzar una palabra y aún así, brotaban de un amor infinito, por más que dijera que no creía en el amor y que no sería posible volverlo a hacer.
Aquél tatuaje con tanto significado. Pudo más que cualquier otra señal en ese preciso instante en que mi vida perdía sentido; simplemente se presentó ante mí, tan orgulloso y apabullándose, recordando que todo ser humano debe llevar un ave fénix en su alma por encima de todo.
Su sonrisa. Tan presente como sus besos perfectos. Justo cuando pensaba que las historias de amor debían extinguirse de mi sistema, decidió jugar como un niño pequeño y hacerse notar por encima de cualquier situación.
Sus caricias. Algo tan suave, exacto y sin afán alguno... Mostraron que era posible seguir siendo nosotros mismos sin importar el resto del mundo o incluso de las distancias dadas.
Sus sueños. Algo tan pensado y romántico; me dejaron llevar por lo que parece ser esa búsqueda impecable de doce cielos color púrpura. Sin saber el próximo destino de mis botas nuevas, o del color del resto de las tardes que nos esperan.
(Próximamente. LA historia de amor, por Freakysita.)
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