lunes, 11 de mayo de 2015

Un pensamiento nada más (memorias de un bully)

No hay más inutilidad que la de las personas que se niegan a hacer el bien, solo por no querer conocer a los demás... Si tan solo se concentraran en sus vidas antes de juzgar a los demás, el mundo sería muy diferente.

Odiar por odiar, por caerle bien a otra gente y creer que eres el centro de atención, solo para tapar el vacío que tienes en tu alma no es bueno ni para los demás... ni para ti mismo; pero no eres capaz de aceptarlo y prefieres señalar al desconocido por ocultar tu carencia de imaginación o intelecto.

La triste máscara de ellos, cuando señalan, indagan y te hacen a un lado... ¿eso es lo que no quieres que te hagan pero se lo haces a alguien más? No quiero ni pensar cómo puedes vivir de esa manerta, mientras yo solo me he limitado a saludarte y desearte el bien, cada mañana, y cada tarde cuando nos despedimos saliendo de trabajar.

Ya no tenemos cinco años. Somos adultos... Pero te quedaste con la manía de rechazar a la gente por no ser igual a ti, y no quieres compartir una lonchera. ¿Quién será el patético ahora? Respiro profundo, cierro los ojos y me pierdo un instante mirando el reloj cuando vuelvo a la realidad... Otra taza de café y a trabajar... Y tu mente, solo se ha quedado en el chisme de pasillo, en si tengo o no un lunar en mi cara o si es algo que yo quise que naciera conmigo. ¿Es en serio?

Otra semana. No quiero verte cerca a mi puesto. No quiero que estés encima, cuando cuentas tus anécdotas de fin de semana o indagas sobre otra gente que a mi criterio, no ha hecho nada malo y siempre cumple con su trabajo de manera honrada y a tiempo... ¿En serio no te cansas?

¿Qué pasará si te ignoro más de la cuenta y almuerzo solo. Sin más compañeros que el televisor de alguna cafetería y mis cubiertos? Hablarás peor de mi, de lo que lo hacías antes, tal vez. Me tiene sin cuidado; desde que no interfieras en mi trabajo, por el cual vengo cada día a responder, donde me gano la vida para pagar mis deudas y darme una vida decente (cosa que en realidad a ti no tiene por qué importarte). Pero ahí vas, poniendo a todos en mi contra, por mi apariencia, por la ropa o simplemente porque te inventaste alguna anécdota que nunca pasó. Triste.

Entre llamadas, correos y piezas publicitarias por entregar, se pasa la vida, y tu, no cambias. Sigues siendo el agente distractor y la manzana de la discordia de la empresa. Ya me casé, tengo hijos y más de uno de mis compañeros también hizo su vida dentro y fuera de este lugar... Pero tu te convertiste en una pieza no tan esencial y tus chistes perdieron toda gracia contenida hace años atrás. Karma, con los años... Con la vida del resto de la gente que ya ni trabaja en estos cubículos. Nadie se pregunta por ti. Tal vez pasó lo que más temías.


Freakysita, escribiendo entre ficciones y verdades.

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